No cabe duda de que uno de los pilares que sustentan la economía española es el turismo. Sin duda, las características geográficas afortunadas de la península ibérica y de sus islas, que incluyen numerosas y excepcionales zonas de costa que atraen ingentes cantidades de turismo extranjero de procedencia inglesa, alemana y nórdica en general, convierten España en un destino vacacional ideal no solo durante la temporada alta de los meses de julio y agosto, sino durante temporadas bajas gracia el otoño y el invierno.
En este último caso, el archipiélago canario presta a las ganancias turísticas un valor incalculable gracias a su clima y a sus temperaturas anuales estables.
Presentado de esta manera, no cabe duda de que España es una elección extraordinaria para pasar unas buenas vacaciones. Incluso apreciamos el valor que los propios turistas nacionales dan a sus características geográficas agradables.
Muchos turistas del centro y el norte de la península ibérica escogen las costas canarias, baleares, andaluzas y valencianas para sus vacaciones. En realidad, las características climatológicas y paisajísticas del centro y el norte de la península también atraen a los viajeros de estas zonas costeras durante los meses de invierno, cuando la nieve y el crecimiento de los bosques invitan a los deportes de nieve y al senderismo.
Sin embargo, el crecimiento del sector turístico tiene consecuencias que no siempre son positivas. En muchas de estas zonas de sol y playa proliferan las conocidas como «ciudades turísticas», es decir, conglomerados de hoteles y apartamentos edificados por y para los viajeros y que carecen de todo tipo de encanto regional.
De acuerdo con un estudio realizado por la mesa de redacción del comparador de créditos con ASNEF Wannacash, es necesario que la masificación turística se detenga y que se establezcan planes de restablecimiento de la realidad regional y nacional de los distintos destinos españoles, pues en él reside parte de nuestra identidad. Por otro lado, el cambio climático tiene consecuencias nefastas sobre todo en aquellos hoteles construidos a pie de costa. Hay que proteger en la medida de lo posible nuestro patrimonio geográfico y natural. A partir de ahí, tendremos la posibilidad de construir un nuevo modelo de turismo, igualmente exitoso pero mucho más sostenible.