La situación ha producido una merma en una de las actividades más importantes para el sistema de inmobiliarias: la movilidad de estudiantes, la movilidad de profesionales, la movilidad de turistas, todo un flujo de ingresos al sector de alquileres que se ha detenido.
No es una situación que se activa y produzca picos nuevamente, sino que son actividades que funcionan con una inercia atada a los sectores comerciales, sanitarios y de educación, cuando todas esas actividades están en espera, la situación de los alquileres se vuelve una pasada carga, ya que el dueño debe hacerse cargo de los gastos de mantenimiento, el cual sale precisamente de lo que percibe como alquiler.
Algunos dueños, aconsejados por las inmobiliarias incluso han pactado un sistema de desplazamiento, empujar el pago hasta que la situación ofrezca condiciones de respuesta económica; en algunos casos hasta ha desistido del cobro en tanto los inquilinos respondan por expensas y arreglos que siempre son necesarios.
La situación es paradójica en el sentido que el perjuicio no es sólo para una de las partes, sino que hay un precario equilibrio en el que todos pierden; en una situación de aislamiento necesario la vivienda ha pasado a una situación de centralismo en importancia; la vivienda ya no es solo necesaria, sino además un refugio imprescindible.
A lo que se le suma el acondicionamiento propio del estado sanitario necesario.
La situación de alquilar, ya era un sistema en equilibrio precario entre vender y acceder a nuevas inversiones, antes de tener una propiedad estática y desvalorizándose, que vino a plantearse la situación de que no conviene ni lo uno ni lo otro, como todo, esperar a la reactivación, con el menor perjuicio posible, sin desaprovechar el inmueble; y por otra parte la situación económica que produce la inactividad, viene a ser un conminante importante.
El arreglo financiero con las inmobiliarias comercializadoras, sigue siendo una de las mejores salidas, no sólo para las inversiones, sino para el planteo de la situación actual: derivar pagos, reformular contratos, tratar de beneficiar a ambas partes son políticas que las inmobiliarias de prestigio sostienen tanto en tiempos normales como en críticos.
Luego está el problema de la geografía, si algo ha revelado la situación actual, la importancia de alejarse de lugares hacinados, la ciudad pierde sus adeptos, y si en el mundo se ha detonado la adquisición de islas, en las ciudades se ha disparado el precio de los barrios aislados. En la zona sur hay barrios cerrados y barrios abiertos, éstos últimos con la facilidad de no pagar expensas, lo que en la situación actual resulta una ventaja más que deseada, no sólo para los compradores, sino para inquilinos y dueños, ya que es uno de los gastos que ahoga los costos de los alquileres.
Mientras los jóvenes eran la alimentación del sistema de alquileres de las ciudades, por cercanía con centros de estudio y entretenimiento, en la actualidad la detención completa de esas actividades ha producido un estancamiento que ha vuelto la mirada hacia los barrios privados donde la sanidad y el aislamiento social se hacen más viables, rodeados, además de posibilidades de tener gimnasios controlados y espacio para actividades físicas sin contacto social.
La nueva realidad es también un replanteo del las formas de vida.
Nunca más evidente que la moneda es un concepto difícil de relacionar con un valor significativo, pero que implica una condición común a cualquier definición: su representación debe ser aceptada por t