in our time de Ernest Hemingway 5 9/10/2018
Danilo Albero Vergara escritor argentino
Literatura, relatos, ensayos literarios, novelas, literatura latinoamericana

in our time de Ernest Hemingway 5

 

En in our time de Ernest Hemingway 1, in our time de Ernest Hemingway 2, in in our time de Ernest Hemingway 3 e in our time de Ernest Hemingway 4; hemos analizado los distintos sucesos en los que el autor se inspiró para escribir estos relatos cortos. En our time de Ernest Hemingway 4, aparece por primera vez Nick –posteriormente Nick Adams–. Como veremos, los dos textos que siguen tienen su 'historia oculta'.

En el primer relato, 'capítulo 8', Hemingway alude por primera vez a una vivencia personal, su participación en la primera guerra mundial en el frente italiano; experiencia que le dará material para dos novelas y varios cuentos.

En el segundo relato, 'capitulo 9', aparece un tema nuevo: el modus operandi de los gangsters en Chicago –que la RAE los defina "gánsters" me parece una boutade; "gánster" evoca un hamster corriendo frenético por el interior de una rueda. Un derrape semántico, digamos–. En este universo volverá a incursionar Hemingway en dos de sus cuentos más notables: 'Cincuenta de a mil' y 'Los asesinos'.

La presencia –mejor, influencia– de estos relatos  de Ernest Hemingway en la literatura latinoamericana puede ser perfectamente contrapunteada con Así en la paz como en la guerra, de Guillermo Cabrera Infante. Entre los escritores argentinos, Jorge Luis Borges fue el primero que reseñó una novela suya en la revista El Hogar.

 

capítulo 8

Mientras el bombardeo estaba haciendo pedazos la trinchera en Fossalta[1], él yacía muy pegado y sudoroso contra el piso y oraba oh jesús cristo sácame de aquí. Querido jesús por favor sácame de aquí. Cristo por favor por favor cristo. Si tan solo me salvas de que me maten haré todo lo que me pidas. Yo creo en ti y le diré a todo el mundo que tú eres el único que importa. Por favor por favor querido jesús. El cañoneo se movió más allá en el frente. Fuimos a trabajar en la trinchera y por la mañana salió el sol y el día era caluroso y húmedo y alegre y tranquilo. Al día siguiente, en Mestre él no le contó nada sobre Jesús a la chica con la que fue escaleras arriba en el Villa Rossa[2]. Y nunca se lo contó a nadie.

capítulo 9

A las dos de la mañana dos húngaros entraron en una cigarrería en la calle Quince y Gran Avenida. Drevitts y Boyle llegaron desde la comisaría de la calle Quince en un Ford. Los húngaros estaban dando marcha atrás a su furgón en un callejón. Boyle[3] le disparó al del asiento del furgón y al otro que estaba fuera de la cabina. Drevitts se asustó cuando vio que los dos estaban muertos. Mierda, Jimmy, dijo, no debiste haberlo hecho. Se puede armar un problema del carajo.

— Son chorros, ¿no? —dijo Boyle—. Son tanos[4], ¿no? ¿Quién carajo va a hacer problema?

— Está bien, tal vez no pase nada esta vez —dijo Devitts—, ¿pero cómo sabías que eran tanos cuando te los bajaste?

— Tanos, —dijo Boyle—, huelo tanos a una milla de distancia.

 


[1] Este relato está basado en la experiencia personal de Ernest Hemingway –que aflorará en dos de sus novelas, Fiesta y Adiós a las armas, y varios cuentos– quien participó, como voluntario de la Cruz Roja del ejército italiano, en la ofensiva de Fossalta del Piave, el 8 de julio de 1918. En esa batalla, bajo un cañoneo austríaco, mientras evacuaba a un soldado herido sobre sus hombros, una granada de mortero estalló cerca de él y 200 fragmentos de metralla lo hirieron en las piernas y una rodilla. Por esta acción fue condecorado por el gobierno italiano. En este relato es interesante el trabajo experimental con la lengua y el punto de vista del narrador; en el primer caso: en el fluir de la conciencia del protagonista durante el cañoneo, en el monólogo interior del protagonista, Jesús aparece escrito con minúscula; luego, con la joven prostituta en Mestre, con mayúscula. También el cambio del punto de vista del narrador: en tercera persona durante el cañoneo, en primera cuando éste cesa, para volver a la tercera cuando está con la mujer en el Villa Rosa. Ernest Hemingway era católico y educado en una sociedad de rígida moral anglosajona del medio oeste de los Estados Unidos; de allí que su relación con el castigo, la culpa y la expiación fuera una constante en su vida, luego de su primer divorcio, y también en su obra.

[2] Durante su estadía en el frente del Piave, Hemingway tuvo una breve licencia en Mestre, donde visitó el Villa Rosa, prostíbulo de oficiales, posteriormente inmortalizado en la novela Adiós a las armas.

[3] La 'historia oculta'de este relato fueron dos notas que el joven Ernest Hemingway escribió para el Toronto Star Weekly –previo a su partida para radicarse en París La primera–. 'The Wild West is Now in Chicago' (El salvaje oeste es ahora Chicago), el 6 de noviembre de 1920, donde describe el incremento de asesinatos por luchas de bandas rivales para el control del juego clandestino y la distribución de licor. La segunda nota: 'Gunmen’s Wild Political War in Chicago' (Salvaje guerra política de pistoleros en Chicago), publicada el 28 de mayo de 1921, comenta el asesinato del empresario siciliano, nacionalizado estadounidense, Anthony D'Andrea que, además, estuvo encarcelado por falsificación de dinero. Una vez en libertad, D'Andrea se lanzó a la carrera política y se postuló como candidato a la alcaldía de un distrito de Chicago; su campaña electoral consistió en un intercambio de asesinatos con sus rivales políticos. Anthony D' Andrea, con su pistola calibre 45 en la mano, fue herido mortalmente por una perdigonada disparada con una escopeta de dos caños al momento de entrar a su casa.

[4] De allí el término despectivo para referirse a los italianos (wops) que utiliza Ernest Hemingway. Quizá en este relato se pueda ver el germen de 'The Killers' ('Los asesinos'), leído como un manifiesto ficcional de la teoría del iceberg.

 

 

 

 


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