Estamos viviendo una situación sesgada, por una parte, las alegrías que la selección aporta a la triste crisis, por otra, la crisis misma, con epicentro en los fondos buitres, al límite del embargo.
Lo que nadie dice, porque se asume que explicitarlo en palabras puede hacerlo cierto, son los detalles de las consecuencias.
Qué bienes son los que están comprometidos, porque es casi el mismo gesto que la burbuja inmobiliaria, con la diferencia que esta sería la burbuja del país.
A su vez, lo que estaba disfrazado de respeto, la corte de la presidenta, cuyo combustible se parece tanto al miedo, generó sus efectos, parálisis y falsa sumisión.
Decantó en resentimientos, todos salen a opinar sobre la deuda y qué debe hacerse, pero no se hace nada.
Algunos, por su parte, abandonan el sistema de vasallaje implementado como método por el poder K, que ha sostenido un discurso ensayado, unificado y concentrado en el halago y justificación, pero que por lo bajo ha estimulado el murmullo, un engranaje siniestro en el que los medio no han dejado táctica sin inicio.
Ambos han generado frutos deformes.
Por una parte, los que ayudaron al oficialismo, se vuelven gárgolas, monstruos cansados de hacerse pasar por conquistados; y luego está el pueblo, que adoctrinado por los sistemas productivos, entrenados para el consumo y el reclamo son esponjas de la queja, atienden los discursos que los instan sobre qué deben hacer, qué deben pensar, qué deben imponer, sin analizar lo que tienen, por lo que nunca será bastante, convirtiéndose lentamente en la fuerza que exige el cambio, ese que siempre ocurre para que todo siga igual.
Sin embargo, toda fuerza tiene su reacción, nadie gana. Los que vengan, tendrán los mismos problemas, de los cuales son parte y arte y contribuyeron a crearlo, el engranaje que se ha iniciado, ya no parece poder detenerse con consumo, ni con regalías parciales.
Los avancen que se lograron para la sociedad común, subsidios, educación y salud desaparecerán, pues tendrán la excelente excusa: ustedes lo pidieron; que era lo que contestaban los militares cuando tomaron el país e hicieron lo que nos trajo hasta el momento, con masacres incluidas.
Como dije, nadie gana, el proyecto de país, queda en eso, proyecto, los problemas no se solucionarán cambiando de cara en el poder, porque el poder tiene un reflejo tan grande que todos caen bajo su hechizo.
Me temo que lo que sea que venga, es peor que cualquier cosa que haya pasado, porque las soluciones del poder han tenido históricamente una sola solución: exprimir al pueblo para que los ricos sigan teniendo cada vez más.
Y en ello, el campo, tiene su parte del león, la que consiguieron con el extraño cacerolazo que hizo que el propio pueblo, del cual siempre se aprovecharon pelearan por su poder, por su dinero, por su economía, mientras ellos lograron comprar tierra e inmuebles con los excedentes que lograron, el común de la gente, los que caceroleaban, siguen sin tener acceso a una vivienda digna.
El principal problema: el pueblo no tiene idea lo que apoya, simplemente se queja.
Y los que saben aprovechan la queja para llevar agua para su propio molino, con consentimiento del pueblo al que sólo le dan una excusa más para seguir quejándose.