Me haces llorar, te vas de mí; de casa, en coma. Me dejás con todo. A los 55 lavo tu corpiño y plancho tu ropa, respiro sobre ella; me cago a trompadas en la calle. Perra. Aunque te vayas de este mundo, aun cuando mi nombre y mi hombría te endulcen la boca, aun cuando mis debilidades te desvelen, preferís viajar, irte hacia el dolor. Ite.
No podés sufrir en nombre de todo tu pueblo, no podés. Pagar por todo, con tu cuerpo. No es justa mi risa; mis ojos reciben la luz del mundo. La mañana me encuentra erecto, y vos no estas, esas traiciones no caen bien, y por más que tenga entre amantes y novias unas 18.600, redonditas, te extraño como un cornudo. Ite.
Paso a paso, dice Merlo. Ahora las células madres, y van tres años, largos, enormes, no me quedan tantos: quiero ganar el campeonato
Los que me quedan los quiero plenos, entrar en vos como una locomotora, entra al túnel y se pierde. Debemos retomar las posiciones del Ananda Ranga, 55 años es la mejor edad para esas pendejadas je je. Vas a ver lo que te espera, si despertás. Minuto a minuto me vas a pagar estos años, caro te va a salir. Tu abandono, soy implacable. No perdono que sufras el Dasein, prefiero escucharte arreglar el mundo, que me seas infiel, en los basurales, en las redes sociales.
Acepto lo que venga. Solo quiero que despiertes
Jorge Emilio Nedich